En los años 1970 y 1980 grandes evidencias arqueológicas de industria de salazón de pescado y curado fueron descubiertas en excavaciones del extenso jardín botánico del Majuelo. Éstos revelaron la gran extensión de la reconstrucción y modernización de la industria bajo dominio romano. Un segmento del lugar ha sido cuidadosamente conservado, dando idea del tamaño de la industria. Dicha industria requería no solo una gran cantidad de pescado y sal marina, producida en varios lugares a lo largo de la costa, si no también de un constante suministro de agua dulce corriente.
Para satisfacer dicha demanda, los romanos construyeron en el siglo 1 dC más de 6 kilómetros de conducción de agua en los valles del Rio Seco y Rio Verde, entre ellos 5 importantes acueductos. Sorprendentemente todos siguen en pie y cuatro de ellos están todavía en uso 2000 años después, adaptados por lo árabes durante siglos para servir las necesidades de riego de cultivos. El suministro de agua romana también sirvió a la ciudad y las recientes excavaciones en el centro de la ciudad han descubierto el acueducto y los baños romanos.
Los romanos fueron probablemente los primeros en fortificar el Castillo de San Miguel, aunque las frecuentes reconstrucciones han destruido la mayoría de las extensas fortificaciones romanas. Estas incluyen un puente desde el castillo hasta el Peñón del Santo con un gran arco de 30 metros que sobrevivió al menos hasta 1800.
Justo debajo del castillo, en la ladera del terreno, se encuentra la Cueva de Siete Palacios. Sin embargo no es en realidad una cueva, sino que es el más grande remanente de un palacio romano que aún pudo ser encontrado en Almuñécar, habiendo sobrevivido durante cientos de años como vivienda social, hasta que los habitantes de la “cueva” volvieron a ser alojados en la década del año 1970. Solo entonces sus verdaderos orígenes se hacen evidentes. En la actualidad alberga el museo de la ciudad.
Otros importantes restos romanos son el puente de Cotobro y tumbas romanas en distintos lugares.